Mário Vitória (2013) A liberdade comovendo o povo [tinta da china e acrílico s/papel, 50x65cm]

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Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

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Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

 

 

Blanca Chanchoso

Fabián Cevallos Vivar
Publicado em 2021-07-07

María Blanca Chancoso (1955) es una mujer indígena perteneciente a la nacionalidad Quichua del Ecuador. Participó activamente en el proceso de conformación y consolidación de la organización política indígena en el país como co-fundadora de la Federación de Indígenas de Imbabura (1974), de la Confederación de Pueblos y Nacionalidades Quichua del Ecuador, Runacunapac Riccharimui (ECUARUNARI) (1979) y de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) (1986).

 

Sus luchas tienen origen en las necesidades y expresiones de los pueblos indígenas, avanzan por la organización política de las mismas y se articulan en las manifestaciones populares contra las medidas neoliberales de la década de 1990, resultantes de un proceso de diálogos entre diferentes organizaciones sociales contra-hegemónicas que condujeron al derrocamiento de los gobiernos de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.

 

Desde la praxis política de las organizaciones indígenas, continúa luchando contra el paradigma de la modernidad eurocéntrica, así como contra la racionalidad antropocéntrica y el patriarcado; por la construcción del Estado Plurinacional; la promoción de un proceso de debate sobre las identidades étnicas y de géneros; por la construcción de alternativas al Capitalismo/colonialismo, contra la implementación del modelo lineal y unidireccional de desarrollo neo-extractivista; y, la defensa de la Pachamama o Madre Tierra.

 

La afirmación de Blanca: “Yo prefiero quedarme con el Ministerio de la Resistencia” demuestra la coherencia entre el decir y el hacer, que en su vida implicó un enraizamiento territorial en su comunidad como requisito indispensable para recuperar, levantar la voz y construir propuestas emancipatorias.

 

1. La Universidad de la vida: luchas y activismos políticos


Blanca nació en Cotacachi, provincia de Imbabura, en el seno de una familia de inmigrantes, sin tierras, que trabajaron como jornaleros, agrícolas y huasipungueros1 de hacienda (Dieterich, 2000)2.  Debido al proceso sostenido de empobrecimiento en las zonas rurales del país, tuvo que migrar junto con su familia a la ciudad de Quito.


Inició su labor emancipadora mediante su actividad como docente en la localidad de Azam, Imbabura. Dividía su tiempo para educar y participar en la organización política dentro de la comunidad. Su primera acción fue la de combatir las actividades ilícitas que permitían la explotación de los indígenas en el día a día. En esa época todos los documentos y trámites se realizaban en castellano, lo que imposibilitaba la comprensión de los miembros de las comunidades indígenas que no hablaban el idioma dominante, ésta característica era aprovechada por los hispano hablantes para engañar y abusar en varios ámbitos de la vida de las poblaciones. Para evitar que los miembros de las comunidades sean engañados, se ofrecía de manera gratuita como traductora e intérprete de los documentos legales y administrativos.


Dedicó más tiempo a la militancia y a la organización del movimiento. Como ella ha afirmado: “He pasado en la universidad de la vida¬”. Luego de haberse graduado de maestra en educación primaria (1973) y con tan sólo 18 años de edad, empieza a tener los primeros contactos con la organización política en las comunidades. Sería mediante la aplicación del proceso de alfabetización en las zonas rurales, que se empezó a identificar con los oprimidos. En su actividad como docente sintió el racismo, durante este período había pocas mujeres indígenas que se dedicaban a esa actividad. La población no concebía que una “indígena” pudiera enseñar o “transmitir conocimientos”.


Tuve enfrentamientos porque los maestros mestizos de aquel entonces maltrataban mucho a los niños indígenas, especialmente por un descuido o por un apuro de los niños. […] Les volaban el pelo para que sean racionales, decían, y los castigaron por no haberse peinado. Entonces los niños estaban con miedo, había maltrato y deserción. Tampoco les permitían hablar su idioma. Tenían que hablar español. Si no lo hablaban o no lo entendían, simplemente eran tontos (Dieterich, 2000: 36).


Ante la explotación de los jornaleros agrícolas en las haciendas, organizó un sindicato de trabajadoras/es de hacienda que buscaba exigir el acceso y redistribución de la tierra como un requisito para alcanzar la dignidad de las/os trabajadoras/es e indígenas. Su actitud resultó incómoda al poder que ejercían los mestizos dentro de las comunidades.


Blanca se desempeñó además como coordinadora de la escuela de formación política de las mujeres, logrando articular varios ejes de sus luchas: educación gratuita intercultural y bilingüe, género, unidad e integración desde la convivencia en la diversidad, el reconocimiento, respeto, dignidad de los pueblos y nacionalidades del Ecuador.


Como consultora para los pueblos indígenas en la Organización de Naciones Unidas (ONU), intentó explicar no sólo la situación de exclusión de los pueblos indígenas desde la colonización hasta nuestros días, sino también la condición de las mujeres indígenas. Propuso un plan para rescatar el sistema de salud indígena articulándolo con  los aportes de la medicina occidental (Chancoso, 2005).


2. Un proyecto de transición, el Estado Plurinacional

 

El largo proceso de organización del movimiento indígena inició con el planteamiento y defensa de las identidades indígenas. Blanca ya había reflexionado sobre el racismo a partir de su propia condición de mujer migrante indígena que llegaba a la ciudad y de la experiencia en las comunidades en las que vivió:

 

Tenía presente el peso de los problemas que yo vi y viví en la ciudad: de pensar que los indios éramos retrasados, y a los indios mirarnos solamente como animales de carga, sin una propuesta de desarrollo, entonces, esto me indignó […]. Pero me encontré con un problema en las comunidades. Había problemas de racismo y había confrontación de las comunidades y en ese sentido había que resolverlos (Dieterich, 2000: 32).


La sociedad ecuatoriana continúa reproduciendo el racismo ante los pueblos indígenas y afroecuatorianos, estigmatizándolos, conservándolos en la tradición, el folklorismo, en la inmovilidad, promoviendo la exclusión social y la destrucción de sus formas de vida, de la relación que mantienen con la naturaleza. A decir de Blanca:


El término indio, como lo trataban en la sociedad, sí era racista, e “indio verde”, mucho más todavía, o también “indio rosca” que nos decían como algo torpe. O sea, que han inventado términos para degradarnos […]; como algo sin identidad, alguien que no es nadie. Ser un indio es nada. […] Por eso es que un buen tiempo también muchos compañeros empezaron a adoptar el término campesino; creían que campesino era menos duro que decirle indio. Campesino, por lo menos, era más digno, por ser el trabajador de la tierra (Dieterich, 2000: 37).


Términos como nativos, tribus, aborígenes, etnias, fueron algunas de las designaciones de etnólogos y antropólogos, muchos de éstos desprovistos de una concepción epistemológico-política respecto de las formas de ser y sentir de los pueblos indígenas. El uso del término “nacionalidades” representaba un avance en la disputa ante el Estado, en tanto que era definido desde las distintas maneras de organización política, filosóficas, de expresión cultural, economías, maneras de trabajar, producir e identificarse con la naturaleza.


Es la palabra que vamos a sostener hasta mantener la libertad de nuestro pueblo, la autonomía, la autodeterminación, de nuestro pueblo, hasta cuando sea reconocido realmente. […] Desde ahí, nosotros hemos rechazado el término étnico, todos los otros términos. Aceptamos el término campesino, pero sólo en términos de trabajo, no en término de identidad (Dieterich, 2000: 38).


La búsqueda del Estado Plurinacional, según Blanca, requería de un cambio radical de estructuras coloniales respecto del Estado-Nación. El ejercicio de derechos individuales, colectivos y los Derechos de la Naturaleza se deberían fundamentar en prácticas políticas interculturales, generando espacios de interlegalidad fuera del marco normativo hegemónico. Construir un Estado que revalorice la diversidad de pueblos implica, por un lado, reconocer la diversidad de nacionalidades, sin discriminación de tipo étnico-racial; y por otro lado, atender las desigualdades generadas en el país en un largo proceso histórico de negación de dicha diversidad.


El planteamiento de los movimientos indígenas ha sido que se declare el Estado Plurinacional , en la nueva Carta Constitucional. Un proceso complejo y duro porque no ha sido bien comprendido este planteamiento. Ha sido un punto de fricción con algunos sectores, que aceptan la Interculturalidad, pero no la Plurinacionalidad […]. 4


Para Blanca, el Estado Plurinacional concebido como un eje transversal, representa una manera de promover la equidad de condiciones, la igualdad de acceso a recursos económicos y las garantías para el libre desempeño de las actividades: “reconocer de igual a igual a aquellas personas que han dicho que no son indígenas, que no son negras, para reconocerlos como pueblo mestizo y garantizar sus “Derechos individuales y colectivos” en el nuevo proyecto de Estado” (Ibid.).

 

3. Ser mujer indígena

 

En las comunidades indígenas, las mujeres están ligadas a la economía familiar, a la producción agrícola, al cuidado del hogar, actividades que no son consideradas ni valoradas como de gran importancia desde una mirada patriarcal. El paternalismo y el machismo en algunas sociedades andinas se ve reforzado con la división internacional del trabajo que determina que las actividades de las mujeres no sean bien remuneradas ni dignificadas dentro de la economía capitalista. Esto se manifiesta por ejemplo en la organización comunitaria de la minga


Cuando ha habido la “minga” en la comunidad, el trabajo, el trabajo colectivo, la mujer con los niños en la espalda, les vamos llevando la comida, si es que no estamos con la pala, estamos con la comida y eso es para el mismo trabajo. Y si es que no, también estamos con la pala, al igual que los hombres. Sin embargo, el jefe de familia, es hombre, y la mujer casi como que no cuenta su presencia.5


En este sentido, las mujeres también han sido invisibilizadas en su capacidad de ser lideresas dentro del marco político-social. Por este motivo, en 1996 Blanca Chancoso junto con Nina Pacari, Teresa Simbaña, Rosa Bacancela, y Vicenta Chuma, conformaron el Consejo Nacional de Mujeres Indígenas del Ecuador (CONMIE), una plataforma para confrontar directamente la cultura machista y patriarcal en el país. Dentro de esta organización plantearon las demandas de género del movimiento indígena, como un paso para proteger y exigir los derechos de las mujeres.

Las mujeres indígenas enfatizaron en su discurso el hecho de que no se trataba de un fundamentalismo feminista (como habían sido calificadas), sino que buscaban discutir la discriminación étnico-racial ligada a la condición de las mujeres dentro de las comunidades, pero también en las relaciones que ellas mantienen con el Estado. Sus debates y planteamientos buscaban generar: igualdad de oportunidades para mujeres y hombres; libertad de expresión; el fin del machismo, del abuso y la violencia ejercido sobre las mujeres indígenas; el respeto por sus culturas y territorios ancestrales; la mejoría de las condiciones precarias de vida, sobre todo de las mujeres indígenas que habitan en las zonas rurales; el reconocimiento del trabajo doméstico; la ausencia de participación femenina en la toma de decisiones importantes para la comunidad.

Blanca propone los valores de su cultura para cuestionar la realidad de explotación y desigualdad, formulando al mismo tiempo la transformación crítica mediante la participación política de hombres y mujeres.

 

El Sumak Kawsay tiene principios que son: la reciprocidad, la solidaridad, la igualdad, el respeto mutuo en la diversidad […] también la complementariedad es clave para el Sumak Kawsay. Las mujeres hemos sido tratadas como apéndice del hombre, porque según se dice fuimos creadas de la costilla del hombre, por esto ellos creen que sólo estamos para servirlos, atenderlos, y /o ir de acompañantes sin voz ni derechos. En las culturas sucede lo mismo, unas se imponen y buscan homogeneizar a las otras. La complementariedad es tratarse en igualdad de condiciones, es lavarse la cara con las dos manos, es ayuda mutua.También es romper la imposición, el egoísmo, la individualidad. Es el aporte de lo que le falta al otro, no por ser bastón del otro ni escalera del otro y menos, las peonas del otro. Es apoyarse mutuamente para resolver, desarrollar e impulsar sueños conjuntos (Caudillo, 2012).


4. Neoliberalismo y colonialidad de la Naturaleza


Según la cosmovisión de los pueblos indígenas no existe una división entre Ser Humano y Naturaleza. La Pachamama o Madre Tierra no es un objeto susceptible de apropiación privada, ni un recurso natural para la acumulación de capital. Por eso, cuando se habla de extractivismo, según Blanca, no sólo es necesario denunciar la expropiación de los bienes comunes y el desplazamiento de los pueblos que habitan en estos territorios, sino que además se debe reflexionar sobre la reproducción de un sistema de colonialismo sostenido.


El “festín de los recursos naturales” sería la condición extractivista presente tanto en gobiernos neoliberales, como en gobiernos progresistas que impulsan políticas para reproducir el carácter primario exportador de las economías cuyos únicos beneficiarios son las grandes empresas transnacionales.
La crisis civilizatoria que vivimos en nuestros días nos plantea el debate sobre los problemas de la modernidad-colonialidad, modelo que nos ha llevado a la implementación del paradigma de “desarrollo” que ha destruido la naturaleza. Frente a ello, los pueblos indígenas aportan con un re-surgimiento de sus saberes, en diálogo con los avances de la ciencia actual, para re-significar las concepciones de la modernidad (Caudillo, 2012).


Blanca Chancoso sugiere que se debieran buscar nuevas maneras de convivir basadas en principios de reciprocidad y solidaridad del entorno natural con los Seres Humanos. La convivencia con la Naturaleza, el respeto por sus ciclos de vida, sus diferentes temporalidades y su capacidad de regeneración y reproducción, se basa en principios opuestos a la dinámica del capitalismo extractivista que se fundamenta en un modelo antropocéntrico de ver el mundo.
En este sentido, propone un cambio paradigmático de visión de la sociedad, que incorpora a la Naturaleza como “sujeto de Derechos”. La Naturaleza deja de ser un bien privado o estatal del que el Ser Humano puede apropiarse y mercantilizar. Se convierte en sujeta con valores intrínsecos, que no podemos maltratar.


Los Derechos Colectivos y los Derechos de los Pueblos Indígenas en el marco de los Derechos Humanos deben interrelacionarse con los Derechos de la Naturaleza, formando un cuerpo complementario. La construcción colectiva del concepto del Sumak Kawsay emerge como respuesta al saqueo y despojo de los territorios indígenas para la expropiación de sus naturalezas. Requiere de un Estado Plurinacional Intercultural, que permita la libre determinación de los pueblos sobre sus territorios, así como la recuperación de sus saberes que fueron sistemáticamente negados con la colonialidad. Para su construcción, Blanca apuesta al diálogo entre movimientos sociales y comunidades que permita alcanzar una verdadera democracia participativa y la construcción de propuestas a favor de las colectividades.


Blanca Chancoso formó parte del colectivo Yaku Chaski Warmi Cuna (Mujeres mensajeras del agua) de origen Kichwa y Waorani, que navegando por los ríos de la Amazonía ecuatoriana iban tejiendo lazos de solidaridad entre las mujeres indígenas, concientizando sobre los daños generados por el extractivismo en las comunidades. Juntas trabajan por la defensa de los cuerpos-territorios y defienden la tesis de dejar el petróleo bajo tierra como una verdadera solución para el cambio climático. Mientras beben wayusa6, cuestionan la invasión de las empresas petroleras, generan un ejercicio de autodeterminación y exigen autogobierno comunitario.

 

Bibliografía:
CAUDILLO, Gloria (2012). Reflexiones sobre el Buen Vivir o Vivir Bien (Suma Qamaña; Sumak kawsay, Balu Wala). Temas de Nuestra América. http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna/article/view/4246 Fecha de acceso 09 de Enero de 2014.
CHANCOSO, Blanca (2005). “Yo me quedo en el Ministerio de la Resistencia” “Indígenas de América”.  Revista Etnias y Política. Bogotá. Pp. 115-123.
DIETERICH, Heinz (2000), La cuarta vía al poder. El 21 de Enero desde una perspectiva Latinoamericana. Hugo Chávez, Fidel Castro, Noam Chomsky, Heinz Dieterich. Quito. Ed. Abya-Yala.


Notas: 

1 - Pequeñas parcelas de terreno que los dueños de las grandes haciendas y propiedades entregaban a los indígenas como compensación del trabajo realizado y que luego eran expropiadas por los mismos terratenientes.

2 - Entrevista a Blanca Chancoso, que se recoge en esta obra.

3 -  El Estado multicultural ya había sido reconocido en la Constitución ecuatoriana de 1998, pero fue nuevamente un tema de discordia en la Constituyente del 2007-2008 en la que se incluyó el concepto de Plurinacionalidad Intercultural.

4 - Ver: http://www.youtube.com/watch?v=WaE3WmN3_Ng Fecha de acceso 7 de Junio de 2021.  

5 -  Ver: https://www.youtube.com/watch?v=U5-0BGnlLbY#t=204 fecha de acceso 7 de Junio de 2021.

6 - Comparten esta bebida natural de uso medicinal mientras conversan como expresión de la cultura Quichua de la Amazonía.

 


 

Como citar

Vivar, Fabián Cevallos (2019), "Blanca Chanchoso", Mestras e Mestres do Mundo: Coragem e Sabedoria. Consultado a 29.03.24, em https://epistemologiasdosul.ces.uc.pt/mestrxs/?id=23838&pag=23918&id_lingua=1&entry=34851. ISBN: 978-989-8847-08-9