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¿Preparando el camino del Buen Vivir o el retorno de la derecha?

Raúl Llasag Fernández
Alice Team

En las elecciones del 17 de febrero de 2013, según datos preliminares no oficiales, Rafael Correa triunfa con más del 50% de los votos válidos. Paradójicamente, antes y durante la campaña, existe una oposición casi consensuada de todos los partidos políticos tradicionales, tanto de la derecha como los denominados de izquierda; críticas permanentes de los medios de comunicación aun hegemónicos; oposición de algunos dirigentes indígenas y movimientos sociales; y, en medio de procesos de judicialización y condena por parte de organismos internacionales de justicia y arbitraje, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversión CIADI, etc.. Sin embargo, el ex aliado de Correa, Alberto Acosta, candidato apoyado por el tradicional partido político de “izquierda” Movimiento Popular Democrático y Pachakutik, no supera el 3%; mientras que el Banquero Guillermo Lasso, supera el 20%. Estos resultados nos hablan mucho, que podemos entender realizando una síntesis histórica inmediata, que nos obliga a no quedarnos con los resultados numéricos, sino que nos invita a ver las alertas y lecciones.

Debemos tener presente que el liderazgo y triunfo de Rafael Correa en el 2006 surge, primero, a consecuencia de la crisis de los partidos políticos tradicionales, de manera especial de la derecha tradicional entregada a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, los mismos que había llevado al país a una crisis económica, política e institucional sin salida; y segundo, como secuela de una dirigencia indígena que entró en la lógica de los partidos políticos tradicionales, consecuentemente alejadas de las bases y muy debilitada. En esas circunstancias, Rafael Correa recoge las propuestas de los movimientos sociales como su programa de gobierno y campaña. Su campaña electoral básicamente giró alrededor del ofrecimiento de un gobierno soberano, antiimperialista, no priorización del pago de la deuda externa, terminación del convenio firmado con Estados Unidos con respecto a la Base Militar de Manta y la convocatoria a la Asamblea Constituyente para refundar el Estado, entre otros.

Esa característica del surgimiento del liderazgo de Correa, dio lugar a la improvisación de la creación del movimiento político “Alianza País”, es decir, no tenía una estructura previa, ni bases sociales definidas, por tanto, su equipo de gobierno inicial estaba conformado por militantes de los movimientos sociales, de los partidos y movimientos de izquierda, pero también de personas vinculadas a los partidos de derecha.

Ya en el poder Alianza País, se encuentra con una burocracia, función judicial y función legislativa enquistado en los tradicionales partidos políticos de derecha; una educación secuestrada por el MPD; con contratos de concesiones petroleras eminentemente favorables a las empresas extranjeras en perjuicio de país; los grandes medios de comunicación de propiedad y a servicio de la oligarquía nacional e intereses de capitales internacionales; y, la dirigencia indígena nacional cerrada a cualquier diálogo. Con toda esta oposición, logra varios cambios en el país, por ejemplo la convocatoria a la Asamblea Constituyente que declara al Estado ecuatoriano como plurinacional e intercultural, se reconoce los derechos de la naturaleza, el buen vivir como fin del sistema económico, se crea el poder de control y participación ciudadana, entre otros; se da por terminado el convenio con Estados Unidos sobre la base militar de Manta; se prioriza inversiones en servicios sociales como salud, educación, infraestructura vial, etc.; se renegocia y se declara la caducidad de los contratos petroleros, entre otros.

El equipo de gobierno inicial como dejamos señalado estaba conformado por militantes de los movimientos sociales, de los partidos y movimientos de izquierda, pero también de personas vinculadas a los partidos de derecha. Ello dio lugar al surgimiento de dos posiciones claramente definidos en el equipo, por un lado, las posiciones progresistas que pretendían efectivizar las conquistas constitucionales y el programa de gobierno de campaña, especialmente apegados a los derechos humanos, derechos de la naturaleza; y, por otro lado, una posición de desarrollo tradicional basado en el extractivismo de los recursos naturales, que de alguna manera entran en contradicción con los derechos de la Naturaleza y Buen Vivir. En esas circunstancias, las personas vinculadas a la posición progresista, lejos de posicionar las propuestas que viabilicen la refundación del Estado y conducir de manera estratégica a los movimientos sociales como presión para los cambios, deciden salir del gobierno. Fuera del gobierno ejercen una oposición ciega, de igual forma lo hace la dirigencia indígena, aunque no en consenso, cerrando cualquier diálogo. El gobierno toma una actitud de ataque a la dirigencia y también cierra cualquier diálogo.

En el ámbito internacional o política exterior, Correa ha apoyado y recibido el apoyo de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia; el país es miembro del ALBA, ha recibido préstamos a gran escala y de bajo interés de China (a cambio de inversiones en el sector petrolero y acuerdos comerciales); ha apoyado la integración latinoamericana. Por tanto, a nivel internacional tiene muy consolidada su figura progresista, especialmente por sus posiciones con respeto a los grandes medios de comunicación, el abandono del CIADI, la deuda externa y su discurso progresista.

Triunfo de Rafael Correa: desarrollismo, derechos de la naturaleza, buen vivir y derechos de consulta

Uno de los problemas graves que se plantea con el triunfo de Correa es la continuidad de su política desarrollista, porque, casi todo su programa social y de infraestructura está financiado por ingresos petroleros y ahora proyectos mineros. Correa por ejemplo ha logrado garantizar la ayuda financiera, a largo plazo y a gran escala de China a cambio de la explotación de los recursos petroleros y mineros ecuatorianos. Esto a su vez genera varias dificultades:

a)      Una nueva dependencia internacional sobre la base de la explotación de los recursos naturales que se agotan y que sus precios depende de la oferta y demanda, por tanto, una baja de los precios del petróleo podría generar consecuencias económicas fatales para el país;

b)      El desarrollismo que se sustenta en el extractivismo de los recursos naturales, parece ser incompatible con el Buen Vivir, incluso con la misma definición que maneja el Estado ecuatoriano en su Plan Nacional del Buen Vivir, como “la satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte dignas, el amar y ser amado, y el florecimiento saludable de todos y todas, en paz y armonía con la naturaleza y la prolongación indefinida de las culturas humanas. El Buen Vivir supone tener tiempo libre para la contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno  -visto como un ser humano universal y particular a la vez-  valora como objetivo de vida deseable (tanto material como subjetivamente, y sin producir ningún tipo de dominación a un otro). Nuestro concepto de Buen Vivir nos obliga a reconstruir lo público para reconocernos, comprendernos y valorarnos unos a otros -entre diversos pero iguales- a fin de que prospere la posibilidad de reciprocidad y mutuo reconocimiento, y con ello posibilitar la autorrealización y la construcción de un porvenir social compartido” (Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013: 10). Este forma de concebir al Buen Vivir, obviamente rompe con la estructura conceptual de desarrollo, porque, plantea buscar alternativas al “desarrollo”, cuyo desafío fundamental lo sintetiza en “Construir las relaciones sociales y económicas en armonía con la naturaleza” (Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013: 11), que, a su vez le obliga a garantizar el respeto de los derechos de la “Naturaleza” (Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013: 217).

c)      Consecuente con lo anterior, el extractivismo de los recursos naturales sería una violación de los derechos de la Naturaleza reconocidos en el artículo 71 y siguientes de la Constitución ecuatoriana.

d)     Si bien, los recursos naturales del subsuelo constitucionalmente es de propiedad de Estado, en los territorios de los pueblos indígenas requieren previamente el consentimiento de los mismos, porque, el Estado reconoce el derecho de consulta en la misma Constitución y ratificó el Convenio 169 de la OIT. Casi todos los bloque petroleros y mineros se encuentran en territorios indígenas.

El reto del gobierno, es cómo dar paso a un sistema económico que permita transitar hacia el Buen Vivir y cómo consensuar los diferentes Sumak Kawsay en un Buen Vivir a escala nacional; lo cual implicará iniciar procesos de transición del extractivismo al pos extractivismo. Por otro lado, el gobierno debe transitar del autoritarismo a diálogos de consensos con los movimientos sociales.

Derrota de  Alberto Acosta y lecciones para el movimiento indígena.

Como habíamos señalado la candidatura de Alberto Acosta fue propiciada por Pachakutik (movimiento político que pretendió nacer como brazo político del movimiento indígena, pero que no logró ese objetivo desde su nacimiento, viabilizó las políticas neoliberales en Alianza con el Partido Sociedad Patriótica en el 2003, etc.) y el MPD (partido político tradicional de izquierda y en la práctica muy cuestionado por viabilizar política neoliberales). Su campaña se centró, por un lado,  en la propuesta de efectivizar el buen vivir entendida como armonía ser humano y naturaleza, respeto de los derechos de la naturaleza, en definitiva viabilizar la Constitución; y, por otro lado, en una oposición total a Correa, con la consigna de “derrotar al autoritarismo”.

Obviando la campaña de oposición ciega a Correa, se debería preguntar ¿por qué Acosta obtiene una votación que no supera el 3%, cuando su propuesta era eminentemente viabilizar la Constitución? Ese resultado electoral parece inexplicable, porque, se supone que la población indígena según el censo oficial es más del 7%, sin contar con el otro 7 % de la población afroecuatoriana y el 7% de la población montubio de la costa ecuatoriana, a ello deberíamos agregar la votación militante del MPD que en otras ocasiones alcanzó al 5%. Si solamente sumariamos la votación que obtuvo Luis Macas el candidato anterior de Pachakuti que obtuvo el 2.12 y más el 5% del MPD, Acosta debió alcanzar mínimamente al 7,12%.

Ese resultado parece reflejar que, tanto la candidatura como la oferta de campaña y el programa de gobierno no fueron consensuados con las bases sociales del movimiento indígena y obviamente eso nos lleva a manejar la hipótesis de que Pachakutik no es el brazo político del movimiento indígena. Por otro lado, que la cúpula dirigencial indígena persiste en el divorcio con las comunidades de base.

Una lección más para la dirigencia indígena, que las decisiones tomadas solo a nivel de la cúpula dirigencial no permiten transformaciones. Si Pachakutik no inicia con la depuración interna terminará como cualquier otro movimiento político. El movimiento indígena, que no es solo la dirigencia, sigue vivo y creo que cada día trabaja por su fortalecimiento interno, mientras las dirigencias se batallan por ser candidatos o acceder al poder.

Sorpresa de los resultados de Lasso, resurgimiento de la derecha tradicional y alertas

En la campaña electoral parecía existir un consenso de todos los candidatos e incluso de Lasso y Acosta en “derrotar al Correa autoritario” y casi lo logran, porque, todo ese discurso disparó la candidatura del Banquero Guillermo Lasso, cuyo resultado final es más del 20% de votos.

Si Correa no toma los correctivos necesarios en cuanto al extractivismo total, sus niveles de autoritarismo y su pretensión de criminalizar las movilizaciones, creo que estaríamos preparando el camino hacia el retorno de la derecha tradicional financiera. Si la dirigencia indígena continúa en su posición de crítica ciega y cerrada al diálogo, de igual forma estarían preparando el camino de bienvenida del gobierno de la derecha financiera.

El reto es cómo consensuar las diferentes visiones, posiciones e intereses para construir el Buen Vivir nacional y no alimentar el retorno de la derecha tradicional.  Y al mismo tiempo cómo mantener un movimiento indígena consolidado, pero atento a los incumplimientos del gobierno, por tanto movilizado. Porque, los cambios y transformaciones no logrará solo el gobierno sin los movimientos sociales, ni los movimientos sociales con sus dirigentes en oposición ciega.

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