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“El capitalismo debería tener miedo de sí mismo”

Científico social opina sobre los principales problemas del mundo globalizado.

Diario Uno
12 Oct 2014

El portugués Boaventura de Sousa Santos, doctor en Sociología del derecho por la Universidad de Yale y profesor de Sociología en la Universidad de Coímbra (Portugal), es un científico social que no se deja cegar por la propaganda de las transnacionales. Mira los acontecimientos del mundo de la manera más objetiva posible y alerta que si no hacemos algo terminaremos mal, con un mundo inservible. Habla sobre cómo la corrupción carcome a los estados de países como el nuestro y asegura que el agua no debería privatizarse por ningún motivo.

—¿De qué manera la globalización afecta a los países de América Latina?
—Lo que nosotros llamamos globalización es un proceso muy complejo, tiene muchas dimensiones. Unas positivas y otras negativas. Por ejemplo, el Foro Social Mundial, que se realizó del 25 al 30 de enero de 2001, en Porto Alegre, Brasil, fue un inicio de una forma buena de globalización. Hubo dos movimientos indígenas que estaban a 60 kilómetros el uno del otro en la amazonía de Brasil desde hace siglos y no se conocían. Se conocieron en el foro. Hubo aquí una globalización desde abajo, desde los movimientos sociales.

Esa globalización ha traído cosas muy positivas para el continente. Nosotros no podemos imaginar los gobiernos progresistas que emergieron en América Latina sin este Foro Social Mundial. Venezuela había empezado antes, pero después vino Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile, etc… y vemos que estos movimientos son cada vez más protagónicos en el Perú.

Esta es una globalización que trajo otros gobiernos, de clases medias o populares que producen, en algunos países, un cambio importante en términos de redistribución social. Por ejemplo, la clase media brasilera aumentó de un 20% a un 50% en este proceso. Este aspecto de la globalización es interesante.

—Estamos de acuerdo, creo, pero yo me refería a la otra globalización, la hegemónica, la globalización de los capitales financieros.
—Ese tipo de globalización es muy hostil con la idea de un Estado regulador de la economía y de la sociedad. Esa globalización defiende la idea de que los mercados internacionales son los que establecen las reglas para los países. Esa globalización hace daño porque quiere obtener todas las ganancias del capital internacional, si es posible.

—Para enfrentar a este tipo de globalización, ¿cree que exista la posibilidad de lograr la unidad de todos los países de la región?
—Se ha intentado de varias maneras. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América fue un intento así como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Hay varias iniciativas que están intentando reunir a los países para resistir al aspecto más depredador de este capitalismo internacional.

Por otro lado, están los movimientos de las organizaciones sociales de los diferentes países articulándose; el movimiento indígena continental, por ejemplo, es fuerte hoy en día y está intentando resistir a la agresión contra ellos y sus territorios.

Lo que más sorprende políticamente es que este modelo que llamamos neoliberalismo es que domina a los gobiernos conservadores y progresistas. Parece que no hay otra alternativa al extractivismo. Lo vemos en Brasil, en el Perú, donde es una desilusión debido a las expectativas que había en este país.

Lo que falta es una alternativa a este modelo de desarrollo; y hay que buscarla porque nosotros sabemos que este boom de los recursos naturales no dura más de 10 años, son ciclos, luego los valores internacionales de los metales bajarán y empezará la crisis.

Qué va a pasar cuando las aguas estén más contaminadas, cuando la gente esté desplazada, cuando los pulmones estén graves. Tenemos tasas muy altas de cáncer en Brasil, por ejemplo.

—¿Cree que el mundo está caminando hacia su autodestrucción?
—El capitalismo tiene una pulsión destructiva muy fuerte que ha sido analizada no solo por Marx, sino por gente incluso antimarxista. El gran autor austriaco Joseph Alois Schumpeter decía que el capitalismo debería tener miedo de sí mismo. Yo coincido con esa frase, porque el capitalismo tiende a autodestruirse. La acumulación infinita acaba por destruir lo que quiere explotar, por matar a la gente como en la esclavitud, o por destruir los ecosistemas, termina con la vida en el planeta. Yo pienso que necesitamos de otra política, otro modelo de desarrollo, como ha sido propuesta en las constituciones de Ecuador y Bolivia.

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