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El siglo de las pocas luces

“Nunca hubo tanta falta de imaginación política, los políticos son cada vez más mediocres”, lamentó el reputado sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos durante su visita a Montevideo.

Montevideo Portal
Gerardo Carrasco (gcarrasco@montevideo.com.uy)
17 Apr 2016

Fundada en 1290, la Universidad de Coímbra es una de las más antiguas de Europa y el mundo. En esa ciudad portuguesa “sobre todas doctora, densa en licenciados”, al decir de José Saramago, nació y vive Boaventura de Sousa Santos (1940), sociólogo egresado de la ya citada y venerable casa de estudios.

De Sousa Santos es también Distinguished Legal Scholar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y Global Legal Scholar de la Universidad de Warwick. Funge asimismo como Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra, y Coordinador Científico del Observatorio Permanente de la Justicia Portuguesa.

Actualmente, De Sousa Santos dirige el proyecto de investigación “ALICE – Espejos extraños, lecciones imprevistas: definiendo para Europa un nuevo modo de compartir las experiencias del mundo“, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC), uno de los más prestigiosos y competitivos financiamientos internacionales para la investigación científica de excelencia en el ámbito europeo.

Conocedor del panorama social de los países en desarrollo, sus escritos apuntan al desarrollo de una Sociología de las Emergencias, que según él pretende valorizar las más variadas gamas de experiencias humanas, una fuente de conocimiento que -asegura- el ambiente académico no acostumbra tomar en cuenta. Así, su idea propone oponerse a una “Sociología de las Ausencias”, responsable del desperdicio de la esa sabiduría de la experiencia.

Boaventura de Sousa Santos visitó nuestro país en el marco de la primera Semana de Portugal en Uruguay, y brindó el sábado una interesante conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales, titulada “”Epistemologías del Sur: para un nuevo ciclo constituyente en tiempos de fascismo societal”.

Las primeras palabras del sociólogo luso en su charla fueron para recordar al escritor uruguayo Eduardo Galeano, a quien dedicó su ponencia.

“La última vez que iba a venir me enfermé estando en Perú y tuve que cancelar el viaje, y es algo que me duele porque tenía marcada una cena con mi querido amigo Eduardo Galeano, y ya no podremos cenar. Acaba de cumplirse un año de su muerte y le quiero dedicar mi charla”, dijo.

Posteriormente se refirió a su concepto de “Epistemologías del Sur”, con el sentido de “hacer una intervención epistemológica que pueda oponerse con eficacia el hecho de que la política dominante de nuestro mundo de hoy, parte de la idea de que tiene a su favor el conocimiento absolutamente riguroso y no existe alternativa alguna en lo político, económico o cultural”. Sin embargo, “tal vez nunca haya sido tan necesario encontrar alternativas, y al mismo tiempo nunca había sido tan difícil hallarlas”, lamentó.

Para De Sousa Santos, “es urgente hallar alternativas para este sistema predador de concentración de la riqueza, de destrucción de la Madre Tierra, de corrupción endémica en el sistema, de una democracia de baja intensidad, que a veces es un fascismo disfrazado”.

Sombras y bultos que se menean
“Un fantasma recorre el continente”, aseguró Boaventura De Sousa Santos, parafraseando al Manifiesto Comunista, aunque en este caso el asunto no es Europa, sino Sudamérica. “Las conquistas de los últimos quince años, se fueron perdiendo, conquistas de un continente que era el único en el mundo que hablaba del socialismo del siglo XXI, luchas muy intensas por la redistribución social, con un discurso -quizá no en la práctica-fuertemente antiimperialista”, enfatizó.

Sin embargo, en el día de hoy “muchas conquistas se revelaron frágiles, reversibles, y se disuelven en el aire. Estamos a punto de que quien es quizá la presidenta menos corrupta del continente, sea impedida por los más corruptos del continente: será mañana”, dijo en referencia a la tensa situación en Brasil y a la embestida opositora que sufre al momento de redactarse estas líneas la mandataria norteña.

“Vengo de Argentina, donde en pocos meses se destruyó gran parte de las conquistas de los últimos doce años ¿cómo es posible que esto ocurra en plena normalidad democrática sin dictadura ni estado de excepción, con los tribunales funcionando, la Policía, el Parlamento…algo está pasando en este continente y en nuestro mundo”, aseveró, señalando luego ejemplos extra regionales. Uno de ellos fue la situación en India acerca del diferendo con Pakistán por la posesión de Cachemira, “tema sobre el que no se puede discutir”, y el persistente racismo que campa en los ambientes académicos en Sudáfrica “pese a la lucha contra el apartheid que se libró entre 1994 y 1996″.

Asimismo, indicó que el capitalismo global “se rige por una lógica que no parece tener límites”, y además de afectar como siempre a los países tercermundistas y en vías de desarrollo, también está afectando a la antes inexpugnable Europa.

A modo de ejemplo se detuvo en el caso de Grecia, país al que ve “como un rehén, humillado y de rodillas” en medio de “una guerra entre Alemania y el FMI”. Castigados por esta guerra entre intereses ajenos a los suyos, los griegos ” además tienen a su cargo uno de los fenómenos más crueles del colonialismo europeo: los refugiados”.

“Si alguien tiene dudas de que el colonialismo europeo no ha sido bien resuelto y ha continuado bajo otras formas de imperialismo, tiene allí la prueba. El continente de los Derechos Humanos, la Democracia, está remitiendo a miles y miles de personas a una condición subhumana en campos que de hecho son de concentración”. Para más inri, esos campos, “están en un país que no lo suficientemente digno para entra en la Unión Europea pero sí lo es para convertirse en el depósito de los refugiados que Europa no quiere aceptar.”, dijo el sociólogo, refiriéndose probablemente a la situación de Turquía como “Estado tapón”, esta vez ya no entre países con riesgo de beligerancia, sino ante la marejada de refugiados y migrantes. (En cuanto a Grecia, es miembro de la Unión Europea desde 1981, cinco años antes que el mismo Portugal).

Para De Sousa Santos, estas tragedias “no deberían ocurrir en procesos democráticos”.

La inmarcesible crisis
Charla adelante, el académico abordó el sentido actual del concepto de crisis “que la filosofía conoce muy bien y también los sistemas políticos, económicos y sociales”.

“La crisis es un síntoma de que el sistema tiene un problema y debe ser resuelto. La crisis es un oportunidad para resolver ese problema y avanzar. Pero lo que está sucediendo hoy es algo que casi nos pasa inadvertido hasta a los sociólogos, que deberíamos estar más atentos: La crisis ahora es permanente, y cuando la crisis es permanente no tiene que ser explicada. Ella lo explica todo”, consideró.

“Cuando ocurre una crisis en el sistema tenemos que explicarla. Los sociólogos decimos que existe una variable independiente que hay que localizar para resolver el problema. Pero cuando la crisis es permanente, ella misma se convierte en esa variable independiente”. Así las cosas, la crisis pasa a ser la explicación mágica para todo y sin mayor necesidad de análisis. “¿Hay recortes de salarios? es por la crisis ¿Privatización de la Salud? es la crisis ¿Privatización de la Educación? También es la crisis. Y todo pasa por una explicación sin alterativas”, criticó.

Y acto seguido buscó los orígenes de esta suerte de “crisis perenne” en la historia de los movimientos políticos y sociales del pasado siglo, especialmente durante la posguerra.

“La sociedad occidental moderna siempre vivió con la idea de la emancipación, de la transformación social progresiva, y esa idea tuvo obviamente muchas vertientes y concepciones, pero siempre suponía que era posible luchar por una sociedad mejor, aunque ese horizonte se dividiera entre rupturistas -comunistas y socialistas- y quienes en vez de revoluciones preferían un cambio gradual, porque si se cometían errores, siempre sería más fácil subsanarlos que sustituir una utopía”, recordó.

“De alguna manera esa fue la apuesta de la democracia europea, pero llegamos al inicio del siglo XXI y no hay cambios. Las noticias que solemos tener desde los gobiernos son para peor: el Estado de bienestar se está transformando en Estado de malestar”, lamentó el sociólogo luso, llamando la atención sobre un punto fundamental de su planteo.

“Entonces estamos ante un anti utopismo totalitario, porque la utopía quizá fuera totalitaria, pero el hecho de que no haya cambio posible para esta situación actual, es otro totalitarismo, uno que surge por medidas dentro de la democracia, muchas veces manipulada por los medios, por la cultura de masas. No es una dictadura sino un proceso gradual de pérdida de democracia”, advirtió, explicándose con algunos ejemplos: “No se pueden discutir políticas económicas o salariales, porque las consultoras internacionales pueden alterar el puntaje del país, con el consecuente aumento de la deuda y la especulación. Grecia fue víctima de una cruel y grosera maniobra de especulación financiera que después llegó a Portugal y obligo a cuatro años de un gobierno muy conservador del que nos libramos recientemente, y en España las cosas están muy indecisas, por el bloqueo de la Unión Europea mediante la articulación del PSOE y Podemos. Porque Portugal es chiquitito y Grecia quizá también, pero España ya es otra cosa. Si España tuviera un gobierno de izquierda podríamos empezar a cambiar las cosas”.

En cuanto a los artífices de esos cambios, el docente recordó que existe una suerte de colectivo trabajando al respecto. “Nos estamos organizando”, sostuvo, indicando que la “cara más visible” de dicha organización es el economista Yanis Varufakis, ministro de Finanzas de Grecia.

La imaginación al poder
El objetivo de la organización antes mencionada es “la democratización de Europa, una utopía absoluta”, explicó riendo de manera irónica.

Para De Sousa Santos, la situación actual de la sociedad occidental se complica todavía más “porque vivimos en un mundo de imágenes pero falta imaginación política. Nunca hubo tanta falta de imaginación política. Los políticos son en general cada vez más mediocres. Dejaron de tener visiones de país como solían tener, precisamente porque eso es anatema para el neoliberalismo. No quieren proyectos nacionales sino un sistema global, y por eso se perdió la noción de país”.

“Llegamos a un tiempo que necesita un poco de imaginación política, económica, científica y epistemológica, porque el conocimiento que nos ha traído hasta aquí, no nos va a sacar de aquí”, auguró.

“La ciencia sabe resolver problemas que previamente definió como científicos, pero hay muchos problemas en nuestro tiempo que no son científicos y tienen otros componentes que las universidades y la ciencia no saben analizar bien, por una razón muy clara: Es que nosotros en las universidades sólo enseñamos el conocimiento de los vencedores de las luchas sociales, nunca el de los vencidos”.

Por ello, el catedrático portugués invita a echar mano a todos los conocimientos, de “vencidos o vencedores”, ya que a su entender “estamos en un tiempo donde los temas nos obligan a repensar y quizá a des-pensar mucho de lo que hemos pensado, y pensar de nuevo, hacernos una crítica que nos dé otras gafas, otro modo de ver el mundo y que nos ayude a encontrar soluciones”.

La Universidad de la Calle
“Quizá necesitamos otro tipo de conocimiento”, insistió, y puso sobre el tapete sus propias experiencias recientes en el interior de Argentina, donde grupos de académicos trabajaron codo a codo y de forma coordinada con líderes de movimientos sociales, discutiendo puntos de vista y buscando articulación en las luchas sociales.

“¡Qué conocimiento enorme, qué sabiduría!”, exclamó, aludiendo a lo mucho que sabían estas personas en virtud de la experiencia, especialmente respecto a los problemas que preocupaban a sus comunidades. “Se trata de un conocimiento muy fuerte y detallado que no es conocido ni respetado por la Universidad, porque proviene de personas a veces iletradas o que sólo cursaron Primaria, gente que tiene sabiduría de vida pero no creemos que puedan traernos algún conocimiento nuevo”, lamentó.

“Obtuve algunas de las mejores definiciones de esta sociedad capitalista, colonialista y patriarcal en la que vivimos hoy en día, gracias a la voz de un rapero, un joven que nació y vivió en la calle e hizo su Primaria a los veinticinco años. Tenía una sabiduría enorme”, relató.

Ante la constatación de esa suerte de “conocimiento marginal”, el docente deploró la falta de disposición de los ambientes cultos para aprovecharlo. “Me parece que hay mucho desperdicio de conocimiento en la Universidad, y eso no nos permite ser lo que querríamos, ni estar al tanto de la crisis del mundo para poder compartir nuestro conocimiento, que obviamente es válido, con otros saberes”.

Es necesario descolonizar las Ciencias Sociales”, sostuvo.

“Lo que propongo es una nueva aventura de conocimiento, agrandar nuestros horizontes. Podemos trabajar con mucha más gente, no desperdiciar experiencia, es eso lo que nos puede llevar a una sociedad más justa, que tiene que ser discutida interculturalmente.”, expresó.

“Soy un optimista trágico. Veo las cosas muy feas porque así están hoy en día, pero me rehúso a aceptar que no hay otra alternativa. Y esa alternativa tiene que ser epistemológica. Esos cambios no pueden basarse en el conocimiento antiguo, porque es muy eurocéntrico, muy selectivo y ha producido muchos conformistas incompetentes. Yo busco que sean rebeldes competentes”, concluyó.

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